Bostezos contagiosos

¿A quién no le ha ocurrido que delante del bostezo de otra persona se le abre a uno mismo la boca? Pues este fenómeno tan curioso tiene su explicación científica, así que si queréis saberla, seguid leyendo. 

El misterio del contagio del bostezo ha sido, y sigue siendo, un tema de interés para la ciencia, por lo que se han llevado a cabo varios estudios, sin poder llegar aún aclarar todos los interrogantes que rodean a este tema.

Por contagio se entiende la tendencia a que un comportamiento particular se extienda a un grupo, como si fuera una reacción en cadena. Por ejemplo, los bebés que están en las cunas de los hospitales empiezan a llorar cuando escuchan a otros bebés sollozar. De la misma forma, ver a otra persona bostezando, la lectura de la palabra bostezo o, incluso, escucharla puede provocar que entre el 40% y el 60% de los adultos 'abran la boca'.

Estudios anteriores habían encontrado que en los niños y niñas, el contagio del bostezo no aparece hasta los cuatro años y, que es menos frecuente en los niños con autismo. Esto podría estar indicando la presencia de un factor emocional y cierto grado de empatía.

Gracias a un estudio realizado recientemente en Italia, ahora se sabe que el contagio del bostezo es un contagio emocional y, que es un efecto rápido y frecuente que se produce entre dos personas que comparten un lazo empático, como, por ejemplo, amigos y familiares.

«En función del grupo animal considerado, un bostezo puede indicar estrés, aburrimiento, fatiga o un cambio de actividad, como por ejemplo despertarse o acostarse», aclaró Elisabetta Palagi del CNR-ISTC y autora del estudio. Sin embargo «El bostezo contagioso, es completamente distinto y también un fenómeno más "moderno" observado hasta ahora únicamente en geladas, chimpancés y humanos. También se supone en animales con capacidades afectivas y cognitivas desarrolladas como los perros. En humanos, un bostezo suele provocar otro en menos de cinco minutos.»

El estudio se realizó con 400 parejas de distintas nacionalidades y grados de familiaridad: desconocidos, conocidos, amigos y familiares, y se observaron en distintos contextos cotidianos, como el tren, el trabajo y durante las comidas.

Los resultados muestran que la presencia y frecuencia del contagio no se ven influidas por el contexto social ni la modalidad de la percepción del bostezo, sino que el factor que influye más en el contagio es el tipo de relación que une al que bosteza con el contagiado. De hecho, es más probable que una persona "devuelva" el bostezo si el que bostezó en primer lugar es un ser querido. El estudio desvela una tendencia concreta: la tasa de contagio fue mayor en respuesta a los familiares, a continuación los conocidos y por último los desconocidos. Además el retraso en la respuesta al bostezo de la primera persona, es menor en amigos, familiares y colegas que en desconocidos.»

Los indicios neurobiológicos han mostrado que algunas zonas del cerebro activadas durante la percepción del bostezo se solapan con otras implicadas en el procesamiento emocional.


Vía: http://www.madrimasd.org/